La Aventura Astronómica de Charles Piazzi Smyth en Tenerife
De cómo Charles Piazzi Smyth convirtió a Montaña Guajara
en el primer Observatorio Astronómico de Alta Montaña… del MUNDO!
Charles Piazzi Smyth (1819 - 1900), fue
Astrónomo Real de Escocia de 1846
a 1888, conocido por sus innovaciones en astronomía y
por sus estudios de la Gran Pirámide de Guiza. También fue un pionero fotógrafo
aficionado en Tenerife y Egipto.
Charles Piazzi Smyth nació en Nápoles (Italia)
en 1819, porque su padre, el almirante de la
Royal Navy William
Henry Smyth,
estuvo destinado allí hasta 1825. La
gran afición de este almirante por la astronomía, le llevó a bautizar a su hijo
con un segundo nombre en honor a su padrino, el astrónomo italiano, Giuseppe Piazzi.
En 1825, cuando Piazzi
tenía seis años su familia se traslada a Bedford (Inglaterra) porque su
progenitor se retiraba como almirante de la Royal Navy. Allí su padre, como astrónomo
aficionado, establece un observatorio privado, equipado con un refractor de 6 pulgadas. En el
observatorio privado de su padre es donde Piazzi recibe sus primeras
lecciones de astronomía. Su interés por la investigación lo convierte
en un astrónomo precoz y a los 16 años ya trabaja como auxiliar de Thomas Maclear
en el Observatorio Astronómico del Cabo de Buena Esperanza, en Sudafrica, donde
observó el Cometa Halley y el Gran Cometa de 1843.
En
1845 fue nombrado Astrónomo Real de Escocia, cargo que desempeñaría durante 43
años y que compaginaba con sus labores docentes como profesor de astronomía en la Universidad
de Edimburgo. Es a partir de este momento cuando se empieza a forjar
una sólida fama en el mundo científico.
Los motivos de la
expedición a Tenerife
Sir Isaac Newton escribía en su libro Opticks de 1704 que no
se pueden construir telescopios a los que no afecte la atmósfera y que lo único
que se puede hacer es buscar aire más “sereno y tranquilo” como por ejemplo el
que hay encima de las montañas, por encima incluso de las nubes. Dicho de otra
manera, Newton decía que la atmósfera era la responsable de que las imágenes de
los astros se vieran borrosas desde la tierra, y que cuanto más alto
observáramos mejores serían las imágenes.
Charles Piazzi Smyth, con su experiencia como
astrónomo empieza a fraguar una idea en su cabeza y que no es otra que tratar
de verificar la hipótesis que 150 años antes había enunciado Newton, es decir, comprobar que las observaciones
astronómicas ganarían en calidad si se realizaran en alta montaña.
Con este proyecto empieza a tocar en las puertas de
los gobiernos Británicos para que le permitan fletar una expedición a la isla
de Tenerife para realizar observaciones astronómicas y meteorológicas desde las
cumbres del Teide.
A estas alturas el lector podría plantearse: “Pero… ¿y por qué
decide Charles Piazzi Smyth venir a Tenerife y no a otro lugar de alta montaña?”
Pues a mediados del
siglo XVIII ya había varias referencias científicas que indicaban la idoneidad
del cielo de Las Cañadas para las observaciones astronómicas, siguiendo las
sugerencias hechas por Isaac Newton en su obra Opticks, que recomendaba subir a las montañas para
situarse por encima de todos los niveles de las nubes para observar mejor el
cielo.
Gilbert-Charles LeGendre
(1688-1746), declaró que si él pudiera establecer algunos astrónomos en un
observatorio en la cumbre del Teide “tal
vez todas las distancias de los planetas y de las estrellas fijas, todas las
magnitudes de los globos, toda la forma del universo y la colocación entera de
los cielos, recibirían una mutación portentosa por medio de las nuevas
observaciones”.
Por su parte, el
marinero escocés residente en Canarias George Glas (1725-1765) en 1761 no
dudó en resaltar la idea de establecer un observatorio en la montaña de
Tenerife en su Description of the
Canary Islands, publicado en Londres en 1764, siguiendo las
recomendaciones de Newton: “No hay
lugar en el mundo más apropiado para un observatorio que la Estancia, si se
construyera allí una casa caliente y cómoda, o para instalar astrónomos cuando
dura el buen tiempo, o sea, todo el mes de julio, agosto y septiembre, podrían
hacer sus observaciones; tomar nota acerca del tiempo por encima de las nubes y
de su naturaleza y propiedades. Pero si alguna persona intenta visitar el
Teide, yo le aconsejaría que esperara un buen tiempo claro, que llevara una
buena tienda de campaña, agua en abundancia y algunas provisiones consigo, para
poder quedarse en la Estancia cuatro o cinco días, durante los cuales podría
subir dos o tres veces a la cima del Teide y realizar sus observaciones
tranquilamente”. George Glas se refería a la Estancia
de los Neveros, donde actualmente se encuentra el Refugio
de Altavista.
El interés por la
astronomía también ocupó la atención de algunos de los ilustrados isleños como
a José
Anchieta y Alarcón, natural de La Orotava (1705-1767), y sobre todo de José
de Viera y Clavijo (1731-1813), quien en su Noticias de la Historia General de las Islas Canarias,
indicó que “el Teide había sido
considerado el sitio del mundo más apropiado para las observaciones del cielo y
de la atmósfera por la inmensa mayoría de los naturalistas”.
En 1855 sus trabajos llegan a manos de Robert
Stephenson, al cual le rondaban ideas similares por la cabeza, por
lo que éste pone a su disposición su yate “Titania”,
así como una tripulación de 16 hombres, además del
fletamento durante
el tiempo que duraría el experimento.
En la primavera de 1856 el
proyecto finalmente recibe la aprobación del astrónomo George Biddell Airy
y del honorable primer Lord del almirantazgo británico, Sir Charles Wood, quien
le otorga una beca de 500
libras para el experimento. También recibió la
colaboración del Ministerio de Marina, de la Royal Society, la Royal
Astronomical, la British Association, así como de los particulares Sir John Herschel
y Hugh Lee Pattinson,
químico metalúrgico aficionado a la astronomía y que tenía su propio
observatorio privado, quien le prestó su telescopio ecuatorial de 7½ pulgadas de diámetro. Además, se llevó un
segundo telescopio ecuatorial de 5
pies de distancia focal adquirido hacía algunos años al
reverendo R. Sheepshanks, y que era propiedad del Observatorio de Edimburgo.
Para esta experiencia
reunió, además de los dos telescopios mencionados, el siguiente instrumental
científico: actinómetros, magnetómetros, termómetros de radiación, barómetros,
telescopios, cronómetros y aparatos de polarización.
Así, el “Titania”
parte del puerto de Southampton (Inglaterra) llegando al muelle de Santa Cruz
de Tenerife el 8 de Julio de 1856. Mencionar que Piazzi y su
esposa Jessie Duncan aprovechan este viaje para
realizar su luna de miel, ya que estaban recién casados.
En el muelle de Santa Cruz
de Tenerife fueron recibidos por las autoridades canarias y por el cónsul
británico en el Archipiélago, Mr. Henry John Murray, quienes pusieron a su
disposición todo lo necesario para su trabajo. El barco siguió rumbo al puerto
de la Orotava (lo que hoy se conoce como Puerto de la Cruz), para descargar
allí los pesados y valiosos instrumentos, mientras Piazzi Smyth y su joven
esposa, Jessie Duncan, partían en carro por la carretera, recién construida. Se
hospedaron en la fonda Casino situada en la Plaza del Charco, la única que
existía en el pueblo. Aquí le ayudaron el vicecónsul de Gran Bretaña en el
Puerto de la Cruz, Andrew Goodall, el súbdito británico Charles Smith y un
relojero alemán apellidado Kreitz.
Charles
Smith le sugirió a Piazzi lo alto del Guajara, a 2715 metros, como la mejor
estación para realizar sus observaciones astronómicas. Es el tercer
punto más alto de la isla, después del Teide y Pico Viejo. El 14 de julio de 1856 trasladó allí el telescopio ecuatorial de
Sheepshanks, el más ligero, las
tiendas de campaña, el material de campamento y otros instrumentos de
observación, en una caravana de veinte mulas, y la misma cantidad de muleros, y
cinco caballos, conducidos también por isleños, donde iba el sobrino del
vicecónsul, Andrew Carpenter, que actuaba como intérprete.
En
lo alto
del Guajara construyeron un refugio, que sería su campamento base, el
cual consistía de seis compartimentos descubiertos entre los gruesos muros e
instalaron una gran piedra plana sostenida con tres pilares que servía como
mesa. Entre los muros colocaron las hamacas y las tiendas para proteger los
instrumentos de las incidencias del tiempo, y, sobre todo, de los fuertes
vientos. Precisamente las salvajes ráfagas de viento le impedían dormir, y, en
muchas ocasiones, levantaron las casetas y tiraron las cámaras mientras Piazzi
Smyth sacaba fotografías. El joven astrónomo estaba cansado de las molestias de
la calima y fuertes vientos en el Guajara. Para evitarlos decidió trasladarse
hasta una altitud incluso mayor. El 21 agosto, el grupo subía al Teide, hasta Altavista.
El joven Carpenter y el resto de hombres comenzaron a construir los muros de
protección en Altavista
Altavista era el lugar idóneo para instalar el gran Equatorial de Pattinson,
pues estaba situado entre corrientes de lava que lo protegían de los vientos
del Norte, Oeste y Sur, contaba con perfecta
visión cenital y disfrutaba de la más diáfana de las atmósferas, o mejor dicho,
de la casi no existencia de atmósfera.
Piazzi
Smith y su esposa Jessie descendieron del Teide y fueron a buscar el potente
telescopio ecuatorial de 7½ pulgadas de Pattinson, depositado en una de las
habitaciones de la fonda del Puerto de la Cruz por las dificultades que
presentaba su traslado a la montaña. El telescopio ecuatorial de Pattinson estaba
embalado en tres enormes cajas imposibles de subir hasta Altavista. Para poder
transportarlo a Altavista tuvo que desmontarlo con la ayuda del relojero alemán
apellidado Kreitz, el cual poseía amplios conocimientos de mecánica. Una vez
desmontado y embalado en trece cajas más pequeñas, el telescopio ecuatorial de
Pattinson pudo ser transportado en siete caballos. El 30 de agosto Piazzi Smyth
comenzó su nueva ascensión al Teide con el telescopio de Pattinson, para así
poder experimentar aún mejor el espectáculo del firmamento.
Cuando
Piazzi y Jessie Smyth llegaron a Altavista el refugio ya había sido construido.
Se trataba de unos muros de 1,20
metros de ancho y 1,82 de alto, formando unas cinco
habitaciones en un recinto de piedra de unos 55 metros cuadrados.
En su interior instalaron el telescopio con toda la prudencia que demandaba su
montaje y el carpintero del barco construyó una silla para observar.
De esta manera
Piazzi había establecido dos estaciones de
observación de alta montaña, una
en la montaña de Guajara y la otra en Altavista.
En Altavista, donde había instalado su
gran telescopio Equatorial de Pattinson y, durante 28 días, pudo observar, con
una pureza admirable, las difíciles estrellas B y C de la gama de Andrómeda,
así como las estrellas más opacas o difíciles a un ojo práctico. También pudo
ver, de un modo inequívoco, la pequeña división del anillo de Saturno, la
superficie de Júpiter, vistas extraordinarias de la Luna, etc.
En sus noches de
trabajo, gracias al extraordinario incremento en la capacidad de penetración
espacial del telescopio, que pasaba de la décima a la decimocuarta magnitud,
las estrellas no sólo aparecían más brillantes, sino que mejoraban su
definición. Piazzi Smyth, que estaba acostumbrado a observar las estrellas
desde el nivel del mar, al verlas desde este anfiteatro las desafiaba a
aplicarles mediciones micrométricas.
De los 65 días que
Piazzi Smith pasó en las Cañadas del Teide, 37 estuvo en Guajara y 28 en
Altavista.
Durante
este tiempo obtuvo unas observaciones considerablemente mejores que las que se
podían obtener desde Edimburgo, dejando incluso aparte el tema de las nubes.
La llegada del mal
tiempo hizo que, el 19 de septiembre, se terminaran las investigaciones.
Resultan
increíblemente bellas sus descripciones del atardecer desde la cumbre de
Guajara, a la que él llama “la amada del viento”, del amanecer desde Altavista, en la más pura y limpia de las
atmósferas.
El
Titania partió del
puerto de Santa Cruz de Tenerife el sábado 27 de septiembre y llegó al puerto
de Southampton el 14 de octubre de 1856.
Al abandonar
Tenerife, a bordo del Titania, escribe: “cuando la noche cae y
nuestra última visión del Pico permanece aún alta en el cielo, nos preguntamos
por cuánto tiempo el mundo ilustrado retrasará la instalación allí de una
estación que tanto promete para el mejor avance de la más sublime de las
Ciencias.” En esta despedida se puede observar un llamamiento implícito a toda la comunidad científica para que se
planteara seriamente la instalación de un observatorio permanente en tal
privilegiado lugar.
En
memoria de los trabajos realizados por Charles Piazzi Smyth en Tenerife, en la
superficie de la Luna encontramos una pequeña cadena montañosa llamada los “Montes
Tenerife”, una montaña aislada llamada el “Monte Pico”, así como un pequeño cráter aislado
llamado “Piazzi Smyth”. Estas montañas se encuentran entre el gran
cráter Plato y el Mare Imbrium o mar de las Lluvias, aunque más cerca al
primero.
Piazzi
Smyth, escribió y publicó en Londres, en 1858, un extenso libro sobre su viaje
a Tenerife, titulado originalmente: "Teneriffe,
an astronomer's experiment", que está ilustrado con 20 fotografías
estereoscópicas que tomó en la isla. En el citado libro se presentó por
primera vez en la historia de la literatura este tipo de fotografías. Se trata
de una forma de ilustración consistente en utilizar dos fotografías del mismo
objeto separadas 65 mm,
es decir, nuestra distancia media interpupilar, y que al observarlas a través
de un estereoscopio
ofrecen una impresión de relieve y profundidad que no puede obtenerse con la
contemplación de una sola toma.
Charles Piazzi Smyth muere en el invierno del
año 1900.
Conclusiones
Podemos decir que Charles Piazzi Smyth tuvo
la suerte de ser el primero en tener el placer de observar el cielo desde las Cañadas del Teide. Su aventura
científica en Tenerife marcó un hito en la historia de la astronomía mundial,
convirtiendo además a la Montaña de Guajara en lo que podría
llamarse el “primer observatorio astronómico de alta montaña”… del mundo! CASI
NADA!!!
Con sus investigaciones científicas constató, tal y
como había enunciado Newton casi 150 años antes, que la atmósfera interfiere en las
observaciones astronómicas, por lo que la construcción de los observatorios
astronómicos, que hasta ese momento se realizaban en las Universidades de las
ciudades más importantes, debían trasladarse a las altas montañas, donde la
atmósfera era “más estable”. Ésta es
la razón por la cual los grandes observatorios astronómicos se encuentran
actualmente en las cumbres de alta montaña como el Observatorio del Teide en Tenerife,
el Roque
de los Muchachos en La Palma, los cuales se encuentran
en las Islas Canarias y constituyen el Observatorio
Norte Europeo.
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